¡El terror, amigos! ¡Sí, amigos, el terror! He de contarles ahora un recuerdo extraordinario. Se trata ni más ni menos de cuando en el pueblo estuvimos… ¡Bajo la sombra del vampiro!
Sí, como lo leen, estuvimos bajo la amenaza de este terrible monstruo sediento de sangre. Un monstruo de poderes espantosos e imparables. Ente para el cual las armas comunes del ser humano son inútiles. Sí, el vampiro, quien solo puede destruirse por la luz del sol o una estaca en su marchito corazón.

Contexto
Sucede que en aquella época, cuando aún era un niño, se dio la casualidad de que estaban haciendo algunos trabajos en El Puente de Metlac.
El puente de Metlac, es un puente dual tendido sobre la barranca del mismo nombre. El puente cuenta con dos senderos, uno con vías metálicas para el tren y otro con carretera para los autos. Cabe mencionar que se encuentra entre los municipios de Fortín e Ixtaczoquitlán. En lo que respecta a la parte técnica, este puente se considera una de las mejores obras de ingeniería de México en su tiempo.
Los trabajos sobre el puente de Metlac, hasta donde se sabía, incluían algunas excavaciones. Es probable que las obras no fueran tan importantes. Sin embargo, como es un puente famoso, cualquier cosa que pasa ahí, se sabe pronto, por mínima que sea. Esto incluye accidentes, cosas paranormales y por supuesto, mantenimientos.

El hallazgo
Como les contaba, pronto llegó al pueblo la noticia verbal de que estaban haciendo obras en el puente de Metlac. Al parecer estaban realizando algún tipo de mantenimiento con excavaciones o al menos eso se decía. De hecho, era algo tan irrelevante, que hubiera pasado desapercibido en el pueblo si no fuera porque la información se empezó a deformar.
De pronto, la información pasó de ser algunas excavaciones a ser excavaciones más o menos profundas. Tan profundas como para llegar al encuentro de una cueva. Después empezó a mutar de los conocidos eventos paranormales fantasmales hacia algo más maligno y peligroso. Empezó a mutar de los espectros de los suicidas y accidentados en el puente hacia… ¡El vampiro!
Total, que la historia final que llegó al pueblo fue la siguiente:
«En las obras que se hacían en el puente de Metlac, cuando escarbaban, encontraron una cueva. Y dicen que en la cueva encontraron un ataúd. Los trabajadores quería volver a enterrar el ataúd, pero el ingeniero no quiso. Es más, quiso que lo abrieran. Y cuando lo abrieron había un vampiro humano atravesado con una estaca. El ingeniero le quitó la estaca y el vampiro se escapó en forma de humo…»
Dicho por algún conocido de la zona

Los días bajo la sombra del vampiro
En menos de lo que canta un gallo, la noticia del vampiro llego a cada rincón del pueblo.
Y por supuesto, como era de esperarse, también llego a nuestro barrio. Zona donde estaba el árbol con rostro, donde se aparecía el charro negro y donde escuchábamos historias alrededor del fogón de mi abuela.
Enseguida empezó la preocupación entre los mayores. Esto por dos situaciones que hacían vulnerables a las viviendas del área. Las casas eran de madera y no había luz eléctrica. El vampiro se podría esconder en cualquier lugar. Peor aún, si se podía convertir en humo, podría entrar por cualquier rendija entre las tablas de las paredes.
Mientras tanto, en las calles más céntricas del pueblo. Aquellas que solían estar llenas de gente al atardecer, se encontraban desiertas, apenas comenzaba a caer el sol. Ni los jóvenes rebeldes que se sentaban a tomar su refresco en una esquina se les podía ver pasadas las seis de la tarde.

La solución para escapar a la sombra del vampiro
Poco a poco la preocupación ante un ataque vampírico crecía en nuestro barrio. ¿Cómo se podría luchar ante tan fenomenal adversario? Terrible momento en que se le ocurrió a tan descabezado ingeniero quitarle la estaca a la bestia.
Así que ante el problema, se empezó a hacer una deliberación. Se trajo a la mente todo aquello que hacía vulnerable al vampiro, destacando el ajo y las imágenes religiosas. Si bien era cierto, ni el ajo ni las imágenes podría destruir al hematófago humano, al menos lo mantendrían a raya.
Por tanto, todas las casas de la zona se llenaron de cruces de palma bendita por fuera y de mazos de ajo por dentro.
Solo así la gente pudo recuperar la calma y con el tiempo la sombra del vampiro fue quedando en el olvido.

Estimados amigos, gracias por leer estos recuerdos. En un próximo post, les cuento un poco más, porque he de comentarles que también tuvimos un hombre lobo merodeando.



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