Ahora que me pongo a pensar al respecto, creo que cuando vivía en la casita del pueblo, pasaban algunas cosillas raras. Por ejemplo, el fenómeno de lo que yo he llamado: «los juguetes inquietos».
El entorno
Como ya les había contado en otros relatos, en el pueblo, la casa de mis papás estaba junto a la de mis abuelos. Recapitulo solo por si alguien no ha leído los anteriores escritos.
La casa de mis abuelos era lo que se podía llamar la casa grande. Dicho de otro modo, era la mayor del conjunto de casas de familiares que vivían alrededor. Era una casa de madera más amplia que la de mis papás, pero igual con un solo cuarto. Sin embargo, en vez de láminas negras de cartón, contaba con láminas de zinc como techo. Por dentro, a la altura del techo, poseía un tapanco1, donde podía dormir cómodamente una persona.
Por cierto, como dato curioso, en las casas del pueblo, las puertas nunca estaban cerradas. Recuerdo que podía ir de mi casa al patio frontal, cruzando por dentro de la casa de mis abuelos sin ningún problema. En contraste, solo empecé a sentir la necesidad de tener las puertas cerradas hasta que inicié mi vida en la ciudad.

El contexto de los juguetes inquietos
Debo recordarles nuevamente que lo aquí escrito es totalmente verdad. Tan cierto como un rayo de sol en una mañana de mayo.
Esto que les cuento sucedió cuando era niño. Lo suficientemente niño como para jugar con carritos, soldaditos y muñecos de luchadores en la posición clásica de alerta.
En aquellos tiempos de la niñez no tenía más preocupación que jugar todo el día. De hecho, jugaba hasta la hora de dormir. No obstante, desde entonces, siempre he sido desordenado, así que solía dejar mis carritos o muñecos tirados en el suelo. Pero no imaginen que eran muchos, eran solo uno o dos, de tal manera que no se notaba si estaban ahí botados.

El fenómeno de los juguetes inquietos
Sin embargo, los juguetes, por alguna extraña razón, al otro día, aparecían en el suelo de la casa de mis abuelos. Esto a pesar de haberse quedado en la noche en el suelo de la casa de mis papás. A veces podía suceder a la inversa. Algún juguete que quedara en casa de mis abuelos, podía aparecer al otro día en el suelo de mi casa.
No recuerdo si esto sucedía cada noche, pero al menos más de 3 veces o las veces suficientes como para acordarme si sucedió.

En fin, quién sabe que tipo de fenómeno haya sido lo que pasaba, pero hasta ahora lo recuerdo.
Por cierto: ¿Alguno de ustedes conoce o le ha pasado este mismo fenómeno?
- Tapanco: Tablado, suelo de tablas formado en alto sobre una armazón. ↩︎



Deja una respuesta